Para tener éxito en la vida hace falta algo más que sacar buenas notas. Hay quienes piensan que la inteligencia académica no es el factor más relevante para conseguir los objetivos que uno se marca en la vida. El éxito no está necesariamente relacionado con los resultados académicos.
Desde que nacemos estamos en constante proceso de aprendizaje. En todo este proceso, la sociedad educativa va dividiendo mediante calificaciones al individuo en diferentes escalones de “capacidad”. Pero, ¿corresponden estas valoraciones con la capacidad personal de cada individuo para alcanzar sus objetivos en la vida?
El sistema educativo actual no valora la capacidad de la persona para alcanzar sus metas.
Según el periodista británico John Haltiwanger, para llegar al éxito no hay por qué ser extremadamente inteligente, sino saber pensar de manera diferente a lo que nos enseñan en el colegio. Pone como ejemplo a personas que consiguieron éxito en sus vidas pero no eran los mejores estudiantes. Albert Einstein, uno de los físicos más importantes de la historia, tenía dificultades en determinadas materias pero su forma de pensar y sus ganas de encontrar la solución no le frenaron. Otro ejemplo lo podemos encontrar en el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, quien no llegó a terminar sus estudios universitarios.
Haltiwanger afirma que las calificaciones académicas son solo números y que no tienen relación directa con la inteligencia de una persona, por lo que medir el rendimiento escolar no es una buena manera de saber cómo es de inteligente un estudiante. Haltiwanger interpreta la inteligencia como algo abstracto.
¿Inteligencia emocional?
Pero hay quienes piensan que lo que realmente hace a una persona exitosa en la vida no es la formación académica, que te proporciona las bases, sino la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona en reconocer tanto sus sentimientos como los de los demás y saber explotarlos para conseguir lo que se propone. De hecho, la inteligencia académica y la inteligencia emocional no están directamente relacionadas, ya que una persona con unos conocimientos inferiores puede conseguir más objetivos gracias a sus facultades sociales.
A este tipo de inteligencia hay que añadirle otros factores como la motivación o la empatía para aumentar las probabilidades de alcanzar el éxito.
Con todo esto llegamos a la conclusión de que el sistema educativo decimonónico actual, que busca la excelencia académica clasificando a los alumnos directamente por sus notas, no valora la capacidad de la persona para alcanzar sus metas. Que las personas con inquietud y curiosidad por descubrir y comprender, así como las que poseen una mayor capacidad para la interrelación social, saben aprovechar mejor las diferentes oportunidades que les brinda la vida ejecutando sus ideas de una manera más productiva que el resto.
Ademas, fijate que las notas son tan solo numeros que te encasillan en un suspenso, suficiente, notable o sobresaliente. Hacer bien un ejercicio o un examen no te hace ser mas inteligente, sino que has sabido resolverlo de la mejor manera y, muy importante, de la forma en la que el profesor queria. Llegados a este punto, somos conscientes de que si personas que han sido creadoras de marcas tan destacadas y Premios Nobel han conseguido el exito a pesar de sus no tan buenas notas, tu tambien puedes. Lo unico que les faltaba era ese impulso creativo que les permitiese explotar todo su potencial.
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