Según un reciente estudio, España es de los pocos países de los que se opina mucho peor dentro que fuera. O dicho de otro modo, lo que nosotros pensamos de nuestro país es mucho peor que lo que piensan de nosotros fuera.
¿Se trata de una visión muy española?
Tal vez sea lo tarde que llegó la democracia, la tardía incorporación al proyecto europeo, la reciente crisis económica o los múltiples casos de corrupción que cada día salen a la luz lo que nos hace infravalorarnos y ser tan duros al compararnos con el resto de países. Los españoles, con frecuencia, nos consideramos en inferioridad si nos comparamos con el resto de naciones occidentales y a menudo nos menospreciamos al pensar que fuera se vive mejor o que «en el resto de Europa estas cosas no ocurren».
Esta visión y términos peyorativos como «This is Spain», «Españistán» o «Esto sólo pasa en España» se han popularizado en los últimos años y han minado la autoestima hasta el punto de ayudar a invertir el flujo migratorio al considerar pocas o de baja calidad las oportunidades laborales para la gente joven en nuestro país.
Hechos como la violencia de género despiertan entre nosotros gran indignación y en ocasiones puede llevarnos a pensar que esto no ocurre en el resto de Europa, cuando la realidad nos dice que el problema es mucho más grave en países que consideramos más avanzados como Finlandia o Alemania.
Pero esto no es una tendencia actual. Bismarck, a principios del siglo XX, decía que «España es el país más fuerte del mundo, porque los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido».
La historia de España en el siglo XX no es diferente a la del resto de Europa aunque la intuición nos confunda a primera vista. La figura de un dictador, los nacionalismos internos de regiones separatistas o los enfrentamientos civiles no son tan expeccionales dentro del contexto europeo.
De hecho el único país de Europa occidental con opinión negativa sobre España es… efectivamente, España. Curioso al menos.
La tendencia de achacar a todos los problemas la nacionalidad no corresponde a la realidad y dificulta en ocasiones la búsqueda de soluciones al relajarnos y asumir la situación con un «no tenemos remedio».
Pero no todo es negativo. Fuera de nuestras fronteras cada vez se tiene mejor opinión de los españoles al margen del tópico «sol, playa, toros y fútbol».
Según el último barómetro sobre la imagen de España en el exterior, la visión de España fuera de nuestras fronteras es bastante más positiva que la que tenemos los españoles. Por poner un ejemplo, los alemanes califican a España como el segundo país más valorado, sólo detrás de ellos mismos.
¿Qué hacemos para cambiarlo?
- Para empezar tendremos que inyectarnos algo de autoestima. El éxito del sistema capitalista está basado en el optimismo.
- A nivel estatal ya está cambiando. La aparición de nuevas alternativas políticas y la renovación en las ya existentes han mejorado la percepción que tenemos de nuestras instituciones y nuestros representantes.
- A nivel individual debemos mejorar la confianza mutua, ya que contamos con un escaso nivel de confianza en el prójimo y esto se traduce en un bajo interés por el asociacionismo y el trabajo en equipo. Juntos somos más fuertes.
Como conclusión, podemos sacar una lectura positiva y es que tal vez seamos un país con una higiene mental envidiable al contar con una gran capacidad autocrítica, lo cual, bien conducido, puede empujarnos hacia el cambio de lo que consideremos mejorable.
Aprovechamos para recomendar en esta línea reflexiva la obra de Carmen Iglesias «No siempre lo peor es cierto«.